domingo, 13 de septiembre de 2015

Yohualichan, Puebla.


Augusto Galicia López

"Así que me "impermeabilizo" y me lanzo al camino ..."

Para los moteros, la Sierra Norte de Puebla representa una buena oportunidad de disfrutar de buenos paisajes y mejores curvas. Un recorrido interesante inicia en la ciudad de Puebla pasando por Teziutlán y luego visitar Cuetzalan, sin olvidar el paseo por la Zona Arqueológica de Yohualichan.
Así que un jueves de julio por la mañana, empiezo a rodar ¡Ah! Que sensación, el aire fresco de la mañana pegando en la cara. A los pocos minutos ya estoy en la autopista Puebla – Perote con rumbo a Teziutlán. Sí, la autopista es muy aburrida, pero me da la oportunidad de llegar rápido a mi primera escala para poder asegurar que el recorrido será de un sólo día.
Paso por la primera caseta, Amozoc, tomo una foto y reviso el equipaje, solamente por si acaso. Llegada al túnel de la autopista Puebla - Perote, voy detrás de un doble remolque a una distancia prudente, ya que el chofer de la pesada unidad maneja como si trajera un compacto. Veo un tramo recto y acelero para rebasarlo, lo hago sin problemas y empiezo a distanciarme, pero tengo que disminuir porque la salida para Teziutlán está próxima y al ver nuevamente por el retrovisor veo el tractocamión muy cerca, casi de inmediato salgo de la autopista para ingresar a la de Teziutlán y reviso nuevamente los retrovisores … ¡Uf! Qué alivio el doble remolque también salió de la autopista pero tomó el camino a Oriental, es decir va en sentido puesto al mío. Entro a la autopista de Teziutlán y más pronto de lo esperado ya estoy pagando el peaje en la caseta de Payuca. Cómo se sabe y ya he comentado, las autopistas sólo tienen de ventaja el ahorro de tiempo, así que antes de lo que tardo en narrarlo, ya estoy en la entrada de Teziutlán. La vista desde la autopista justifica el peaje, las fotos son obligadas y me adentro en la llamada “Perla de la Sierra”.
El clásico vistazo al tablero me dice que debo cargar combustible así que me dirijo a la salida de la población, con rumbo a Tlapacoyan, Ver., para llenar el tanque en la primera estación que encuentre, aprovecho para ponerme el impermeable completo (incluyendo cubre botas ), porque está tan nublado que la lluvia no tardará en hacerse presente. Voy rumbo a Hueytamalco, por la sinuosa carretera a Tlapacoyan, y la llovizna cambia a lluvia intensa, me mantengo en una caravana, que rueda a baja velocidad, ni modo a extremar precauciones. A un lado de la carretera se ve un arco que da la bienvenida a Hueytamalco, así que me desvió para pasar debajo de él, pero la población todavía está distante unos 10 km. Pero el camino se vuelve más sinuoso y está en buenas condiciones ¡Vaya! Espero que así esté todo el trayecto.

En Hueytamalco, las calles que rodean el jardín central, lucen un hermoso piso de baldosas color rojo; pero, ¡Maldición! Están resbalosas, tal vez más por la humedad de las recientes lluvias. Estaciono a un lado del palacio y antes de que pueda asentarle la “pata de cabra” ya está un policia junto a mi para indicarme que el estacionamiento está prohibido. Le pido cómo favor que me deje unos minutos pues sólo voy a tomar algunas fotos y accede tal vez para preguntarme sobre lo “raro” de mi vestimenta (casco, impermeable y cubrebotas). Tomo las fotos y me despido del vigilante y de Hueytamalco a buscar la salida para Ayotoxco.
A poco de dejar la población, el camino hacia Ayotoxco se vuelve casi de película, exuberante vegetación, con abundancia de chacas que han pasado de ser postes de cercado a árboles de mucho follaje que se entrelazan de lado a lado formando casi túneles que sombrean la carretera y le dan un toque distintivo, además, las orillas están llenas de carrizales que le dan mucho verdor y aspecto tropical.

Conforme voy descendiendo, empiezo a ver algunos baches en el piso, y de repente, tengo que frenar un poco brusco porque parece haber desaparecido el pavimento y en su lugar hay unos enormes agujeros.
A partir de este momento, el camino se vuelve una paradoja, es un bello escenario, pero una espantosa superficie. Avanzando muy despacio, llego a Ayotoxco, pintoresco poblado serrano  a 340 m SNM.  El calor húmedo me obliga a aligerar mi vestimenta para no deshidratarme en exceso. La vegetación y la topografía de este lugar valen la pena de visitar, aunque haya que soportar los malos caminos y el calor sofocante, sigo mi marcha hacia la zona arqueológica de Yohualichan, lugar donde haré una escala turística. A poco de haber salido de Ayotoxco, me encuentro con el río Apulco. algunos kilómetros aguas abajo, se une con el río Zempoala y se transforma en el río Tecolutla, estoy casi en el límite con el estado de Veracruz.

Dejo el puente sobre el Apulco y un poco después me pongo el impermeable nuevamente porque empieza a lloviznar, pero sólo fue falsa alarma así que vuelvo a quitármelo. Encuentro una bifurcación, sin señalamientos, y como lo establece la “Ley de Murphy” tomo el camino equivocado, hacia un lugar que se llama Tecuantepec, pero no avanzo ni un kilómetro y veo que la carretera está interrumpida por un enorme deslave que prácticamente la hizo desaparecer, ahí me informan sobre el camino a Cuetzalan, por lo que regreso y me dirijo al lugar correcto.

Llego a la entrada de Yohualichan casi pasando de largo. De la carretera a la zona arqueológica, qué está en el centro del poblado, son aproximadamente 4 kilómetros de un empedrado tan bonito como resbaloso. Pero, aunque tuve algunos sustos por resbalones de la llanta trasera, al llegar al pueblo encuentro un estacionamiento muy rústico.



Esta es la tercera o cuarta vez que visito esta zona arqueológica y me sigue pareciendo extraordinaria, no obstante observo que el INAH casi no ha excavado más de lo que había hecho hasta hace unos diez años. El recorrido es rápido (no más de una hora) pero se puede admirar, el juego de pelota y la plaza principal Es un magnífico lugar para quienes gusten de tomar fotos.
La llegada a Cuetzalan por este lado, ofrece una de las mejores panorámicas de la Sierra Norte de Puebla, me siento obligado a acomodar la Inazuma para mandar un recuerdo a los amigos, espero que les guste.
También aprovecho para tomar el clásico selfie en esta hermosa población (pueblo mágico), con la iglesia principal de fondo.
Como suele suceder en estos rumbos y en esta época del año, el clima siempre oscila entre soleado, llovizna y lluvia intensa, y en la entrada de Cuetzalan, para no variar, con piso muy resbaloso de baldosas de piedra, vuelvo a patinar sin consecuencias pero con sustos. Encuentro un restaurante conocido, “El fogón”, y me estaciono, bajo techo, para restaurar las fuerzas. Arrachera, enchiladas y cerveza me devuelven lo gastado y antes de continuar en el camino se suelta un tremendo aguacero que confirma lo apuntado al principio de este párrafo. Buena oportunidad para rodar bajo la lluvia, así que me “impermeabilizo” y me lanzo al camino. Que fantástica sensación, el agua corriendo por las calles, al pasar a un lado de la iglesia hay una escalinata que está convertida en una temporal cascada de varios niveles. Vale la pena la mojada después de haber visto el espectáculo. Enfilo hacia Zacapoaxtla, mientras la lluvia continúa con intensidad, desde los pocos autos y un autobús que me encuentro en el camino, veo las miradas de extrañeza al verme rodar en tales condiciones, pero sigo y la lluvia sigue, nos seguimos.
Al llegar a Zacapoaxtla, la lluvia empieza a disminuir, entro a la autopista (ni modo, aburrida pero llegaré más rápido a mi destino) y deja de llover, así que aprovecho la llegada a la caseta de Payuca para quitarme el impermeable, observo el cielo y parece que ya no encontraré lluvia.Finalmente, llego a Puebla, de tal forma que casi a las 21:00 estoy entrando en la casa, un poco mojado, pero satisfecho del recorrido de 412 km, al menos 100 de ellos bajo agua. ¿Siguiente ruta? … La mixteca poblana … ¿Alguien se apunta?

lunes, 3 de agosto de 2015

¿Vamos a Belice y Tikal?

Augusto Galicia López.

"... ¿Viste el oso? me pregunta el Arqui ... regresamos y ...  efectivamente ..."

Prolegómenos.

Supongo que tenía alrededor de 10 años cuando en el libro de texto gratuito de la primaria, me enamoré platónicamente de dos sitios arqueológicos recién abiertos al público: Bonampak y Tikal, por eso es que desde mi primera visita a Palenque en 1978, pregunté por la forma de llegar a Bonampak primero y a Tikal después. La información que me fue proporcionada en ese entonces no dejaba buenas expectativas para visitar ninguna de los dos, ya que el acceso por carretera era nulo en el primer caso, teniendo la opción de hacerlo por aire en un vuelo contratado ex-profeso o por tierra por brechas a través de la selva en un viaje de más de 8 horas, desde Palenque. Para el segundo de los lugares, la información era más desalentadora, pues se podía acceder solamente por tierra, desde la ciudad de Guatemala. ¡Algún día lo intentaré! Pensé para mis adentros ... El asunto parecía olvidado, pero en el 2001 pude conocer Bonampak y maravillarme con los hermosos murales escondidos por siglos en la espesura de la selva Lacandona; pero todavía me quedaba pendiente Tikal.
El 8 de junio hice una invitación por el grupo de FB, para rodar a Mérida - Cancún - Chetumal - Belice – Tikal con las respuestas afirmativas del Arq. Pepe Reyes y de Alastor Oseguera para acompañarme, por lo que abrí un grupo para ir actualizando y afinando la rodada.
Propuesta para rodar a Belice y Tikal.

El 21 del mismo mes reiteré la invitación, con los mapas actualizados de la rodada de acuerdo a lo platicado en el grupo, con 40 horas (Google maps) efectivas de viaje, suficientes para un recorrido de cinco a seis días. Pero nadie más se animó a hacerla, por lo que empecé a prepararme para efectuarla con los dos compañeros mencionados; aunque, en el transcurso de los días Alastor Oseguera parecía tener algunos problemas con la documentación de la moto y su participación empezaba a ponerse en duda. Así las cosas, llegó la ultima semana de preparación y al revisar la moto, decidí cambiarle llantas, balatas traseras y hacerle cambio de aceite y filtro para dejarla en condiciones de viaje.

Preparativos para rodar.
Hasta dos o tres días antes de iniciar la rodada, solamente el Arqui. Pepe Reyes había confirmado su participación en una Kawasaki KLR 650, por lo que fijamos el punto de reunión en una gasolinera a la salida de Coatzacoalcos, el lunes 20 de julio a las 11:00 horas, con la intención de llegar a Champotón, Camp.

Inicio de la rodada.

Lista para salir

El odómetro de viaje en ceros.

Llegado el día, como suele suceder, empecé con algunas demoras y salí de la casa a 5:45 rumbo a Coatzacoalcos para la reunión en una primera etapa por pura autopista. La claridad del día me sorprendió en la carretera con un cielo parcialmente nublado y a la distancia rumbo a Orizaba, se veía despejado ... ¡Vaya ... parece que no habrá neblina en la bajada de las cumbres de Maltrata! Pude disfrutar las bien trazadas curvas de la autopista y el paso por los túneles ya que la neblina me hizo el favor de no aparecer para que hiciera mi primera escala en Cuitláhuac, Ver. en la gasolinera antes de la caseta de peaje, para no tener que preocuparme hasta Cosamaloapan. Los únicos detalle de la rodada hasta Coatzacoalcos, fueron el calor que empezó a hacerse presente desde La Tinaja, y las casetas de Cosamaloapan y Acayucan “tomadas” por organizaciones campesinas (así me dijeron) quiénes me dejaron pasar a cambio de una “cooperación”.
 
Cerca de Acayucan



Vista del Puente Coatzacoalcos II.

Llegué al punto de reunión a las 11:15, y esperé por unos cinco o diez minutos hasta que vi la KLR roja que anunciaba el arribo del Arqui. Pepe, la rodada a Tikal, pasando por Belice estaba en marcha.
“Rodaremos hasta Campeche Profe.” ... me advirtió Pepe, pues ahí conseguí hospedaje en la red de viajeros a la que pertenezco ... Sin problema, le comenté, así es que vámonos porque rodaremos un poco más de lo previsto.
La llegada a Villahermosa sin problemas, manejando a buena velocidad. Sorteando un pequeño embotellamiento en la entrada, por obras de mantenimiento de la carretera. Después de unos tacos de barbacoa y un agua de jamaica/refresco de naranja, seguimos el viaje con la consabida recarga de combustible. ¿La meta inmediata? ... Ciudad del Carmen.
Dos incidentes ocasionados por mi falta de concentración interrumpen un poco la regularidad de la marcha:
El primero, en una parte de la carretera con obras de mantenimiento, antes de llegar a Frontera, quedo atrás de un camión con “caja seca”, creo que de una empresa de mensajería y a la derecha un “bobo” con un saco de arena encima para evitar que lo derribe el aire, o algún descuidado ... veo la distancia entre el “bobo” y la caja y decido que es suficiente para pasar y me lanzo, pero le pego al multicitado señalamiento y el saco de arena se cae y me hace perder el equilibrio y quedo recargado sobre la caja del camión, por el retrovisor del camión alcanzo a ver al conductor que solamente observa mis intentos por restablecer la verticalidad de la moto sin éxito, ya que está tan inclinada que no logro levantarla, aunque tengo el pie izquierdo apoyado sobre el suelo; pero, atrás de mi está el Arqui, quien presto acude en mi auxilio y me ayuda a poner la moto vertical y coloca el bobo en su sitio (sólo faltó que me bajara a colocar el bulto de arena en su lugar) y en menos de que lo cuento, estamos otra vez en el camino (ya habrá tiempo de comentarlo me digo mentalmente). No pasa mucho tiempo para que ocurra otro incidente ocasionado por la falta de concentración: vamos rodando rápido (estimo a 120 km/h), cuando veo unas señales que indican seguir de frente hacia Frontera y enfrente de mi hay una bifurcación y hay una separación de boyas, me confundo y supongo que voy del lado equivocado, por lo que brinco las boyas tratando de controlar el equilibrio de la moto, que se bambolea ligeramente, y quedo de frente a la carretera ... equivocada, ahora estoy en sentido contrario, afortunadamente, sin tráfico de frente, así que tan pronto veo un retorno (unos 50 m adelante) corrijo y regreso al lado correcto de la via, haciendo señas al Arqui, quien venía detrás de mi. Me regaño mentalmente y me esfuerzo para no perder la concentración, la rodada todavía está en sus inicios.
 Puente el Zacatal, la entrada a la Península de Yucatán.

Ciudad del Carmen

Después de los incidentes, al salir de una curva, se presenta ante mis ojos el inicio del puente que da acceso a Cd. Del Carmen, una verdadera maravilla (aunque no tenga la magnificencia de los puentes asiáticos sobre el mar), que deseaba conocer. Entramos a la isleña ciudad y decidimos dar una vuelta por ella antes de continuar. Al pasar frente a un Oxxo, me detengo y le digo al Arqui que hagamos una escala de hidratación, porque el calor es realmente agobiante. El Arqui aprovecha para consultar su GPS y verificar la localización de la persona que nos dará hospedaje y sucede algo curioso, “... creo que la persona que nos va a hospedar vive aquí ...” me dice el Arqui, “... pues el GPS indica que está a 20 minutos de aquí ...” y .... que se le acaba la carga al celular (donde está el GPS), intenta la recarga en el tomacorriente de su moto y no da señal de vida .... “... espero que funcione mi cargador portátil ...” le digo y desato mi mochila para sacar el cargador que llevo por si necesito arrancar la moto en caso de batería descargada y después de un momento ya estamos seguros, la persona que nos va a hospedar vive en Cd. Del Carmen, no en Campeche.
Couchsurfing
Así que voy siguiendo al Arqui, y llegamos a un fraccionamiento cerrado donde nos recibe Violeta, la chica que nos hospedará por esa noche (para no equivocar la explicación del couchsurfing, dejo que se explique por sí mismo), ella nos abre las puertas de su casa y pareciera que nos conocemos desde antes, bajamos las maletas, nos invita una bebida y al poco rato llegan sus compañeras de casa: Ceci y Karen, con quienes después de un rato salimos a dar una vuelta por la ciudad y como gesto de gratitud les invitamos la cena en una fuente de sodas del parque central para luego visitar el malecón para las fotos.
Ciudad del Carmen, Camp.

El malecón de Ciudad del Carmen con Ceci y Karen (Foto de Violeta).
Nuestras anfitrionas Violeta, Ceci y Karen con el Arqui. Pepe.


El símbolo de Ciudad del Carmen.
Campeche y Mérida de paso.
La mañana del 21 empezó con los preparativos habituales y nuestras anfitrionas empezaron a prepararse para ir al trabajo, aún así, Ceci se dio el tiempo para ofrecernos un desayuno con café y una garnacha con lo que después de despedirnos empezamos a rodar rumbo a Campeche y sus murallas. Al pasar por Sabancuy aparece un tope de la nada y es un buen pretexto para detenernos, arrimar las motos a la playa (bajo las palapas) y tomar algunas fotos.
Escala en Sabancuy, Camp.
Que siga la rodada.

Nos aproximamos a Campeche, la ciudad amurallada, y veo un letrero que anuncia una carretera escénica, y sin pensarlo dos veces, enfilamos hacia ella para encontrarnos con un fuerte (creo que se llama San Miguel), que ya he visto en algunas postales y nos detenemos para las fotos correspondientes.

La pasada por la ciudad amurallada.

En eso estamos, cuando aparecen caminando dos jóvenes portando cascos abiertos bajo el brazo y me preguntan ... “¿Es una Ducati?” ... De aquí se desarrolla una pequeña charla con las motos como tema central y un poco por el hecho de que uno de ellos, el que platicaba, es oaxaqueño como el Arqui.
El fuerte de San Miguel en la ciudad de Campeche

Damos una pequeña vuelta por el malecón y el centro histórico de la ciudad (donde otra persona me pregunta ahora ... “¿Es una Triumph?” ...) y nos despedimos de esta bonita ciudad para dirigirnos a Mérida.
Campeche, Camp.

Conforme rodábamos a la ciudad Blanca, el calor iba en aumento lo que obligó a hacer escalas de rehidratación, además de la recarga de combustible, por supuesto, para mi moto, porque con los 22 litros del tanque de la KLR, parecía que ésta nunca necesitaba gasolina.
La blanca Mérida nos recibe con mucho calor y un tráfico intenso, el GPS del Arqui nos guía al centro, donde a un lado del parque central veo estacionada una Inazuma negra (después entendería por qué), encuentro un lugar donde estacionar y tomamos algunas fotos; pero, un señor nos indica que estamos en el lugar del turibús, por lo que nos movemos para buscar algún parque donde protegernos del quemante sol para hacer un pequeño descanso, en este punto recibo una llamada de Beto Medina, de Chetumal, quien pregunta sobre el viaje y el momento de la llegada a su ciudad.
Mérida, Yuc.

Después del pequeño descanso estamos listos para seguir a Valladolid, todavía se siente lejos nuestro destino del día: Playa del Carmen, por Cancún. Al llegar al inicio de la autopista, decidimos seguir por la libre y encontramos una carretera angosta, sin acotamiento a los lados, pero muy sombreada y con buen pavimento, podemos avanzar a una velocidad crucero de 105 km/h, parece que llegaremos con mucha luz a Valladolid. Efectivamente, todavía hay mucha luz cuando arribamos a esta ciudad yucateca y después de algunas fotos frente a la iglesia principal (donde por cierto una señora, proveniente de Campeche, me pide tomarse una foto conmigo “porque me gustó su moto”) y después de una consulta del Arqui con un policia turístico local, vamos a dar al restaurante “El Oasis”, donde la especialidad es la comida regional (muy sabrosa y variada por cierto, nuestro platillo fue una combinación llamada “arcoiris” que incluía desde cochinita pibil hasta relleno negro).

Valladolid, Yuc.
Es ahí donde un motero nos pregunta con el típico acento yucateco “¿Son de ustedes las motos?” y al recibir la respuesta afirmativa se pone a platicar con nosotros de motos y eventos, resulta que es propietario de una Vulcan 900 y es asiduo asistente a eventos de motoclubes entre los cuales, refiere haber estado en febrero pasado en Belize city en un evento de Harley. Al comentarle que vamos a Belice, nos da algunas observaciones de su viaje y, claro, no podía omitir algunas recomendaciones sobre rodar en ese país. Antes de dejar la charla nos comenta que el camino a Tulum desde Valladolid está en buenas condiciones y es seguro, por lo que después de comentarlo entre nosotros, decidimos continuar hasta ahí, aunque no pasemos por Cancún y Playa del Carmen. Así que, casi a las 21:00, después de la consabida carga de combustible, nos vemos rodando hacia Tulum, a donde llegamos sin contratiempos, a eso de las 23:15, por una bien asfaltada carretera.
Tulum, Bacalar y Chetumal.
La mañana del 22, se inicia con la visita a la zona arqueológica, que se encuentra, prácticamente en la ciudad, y al llegar encontramos el estacionamiento cerrado y el mismo encargado, cuando llega, nos sugiere estacionar en otro estacionamiento que queda más cerca de la entrada, le hacemos caso y algunos minutos después estamos ingresando a la zona arqueológica, donde las iguanas han hecho una especie de santuario, porque nadie las molesta, es más, son objeto de muchas fotografías y yo no quise ser la excepción.
La entrada de Tulum.
El Castillo de Tulum.

No podía dejar pasar la oportunidad.


Lagartija modelando.
¡Uf! ¡Qué calor!
Otra del Castillo.
Salida de Tulum.

Al salir de la zona arqueológica pensamos en dirigirnos al complejo de cenotes “dos ojos”, pero lo prohibitivo de sus precios (Más de $2500, con equipo de buceo incluido), nos hacen cambiar de opinión, por lo que rodamos hacia un cenote cercano y aunque el precio es menor, rebasa los 100 $US y desisistimos de la idea de nadar en ellos y regresamos al hotel para alistar la continuación de nuestra rodada. Salimos hacia Bacalar alrededor de las 12:00 con un calor agobiante, típico de esta zona y de la temporada, por cierto que la lluvia nos ha tenido miedo y no se ha aparecido en el transcurso de este viaje.
El traslado a la famosa laguna de Bacalar, sólo nos depara una situación curiosa. Resulta que a la mitad de la carretera están dos zopilotes (buitres) picoteando un animal muerto y al pasar el Arqui uno de ellos levanta el vuelo pero casi de inmediato hace un rizo para regresar a su festín, pero yo me voy acercando y la carroñera ave, se dirige de frente hacia mi, ya estoy cabeceando el golpe, pero con elegancia corrige su dirección antes de que yo pudiera alcanzarla. Uf. ¡Vaya susto!
Casi sin darnos cuenta, llegamos a Bacalar y las tonalidades verdes y azules del cuerpo de agua me producen una sensación de bienestar. ¡Bonita! sin duda esta laguna.

La laguna de Bacalar al fondo.

Llegando a Bacalar.

La calle aledaña a la laguna de Bacalar.

Policia de QR en Inazuma
Nos detenemos en una calle próxima a la entrada del balneario, cuando pasa por el carril contrario un policia en una moto que me parece conocida y le hago señas para ver si deja tomar una foto de su ... Inazuma y se regresa para charlar con nosotros acerca de la dotación de Inazumas que el gobierno del estado hace a la policia.
Recibo otro mensaje de Beto Medina y le contesto con la hora aproximada de arribo a Chetumal y el me dice que nos espera en un lugar llamado Huay Pix, para acompañarnos a nuestro paso por la ciudad. Efectivamente, al salir de una curva en dicha población, veo a lo lejos una moto verde y a su conductor haciendo señas, quien resulta ser Beto Medina.
Beto Medina.

Nos saludamos y nos pregunta “¿Quieren ir a la zona libre o al centro?” ... Por sugerencia suya, nos encaminamos a la zona libre, donde hacemos la necesaria rehidratación y luego vamos a comer guiados e invitados por Beto, quien nos lleva a Calderitas, donde tomamos fotos y restauramos fuerzas con unos sabrosos tacos de camarón y de filete de pescado, una verdadera delicia. Lástima que no recuerdo el nombre del restaurante, para recomendarlo.
Calderitas (Chetumal), Q.R. (Foto de Beto Medina)

En esta parte, el Arqui luce preocupado porque no encuentra la llave de sus maletas laterales y comenta que tal vez las extravió en la escala que hicimos en la laguna de Bacalar, por lo que tanto Beto, como yo, le comentamos que al terminar la cena, buscaremos un cerrajero para que fabrique una nueva llave. Tan pronto acaba la cena, nos encaminamos a una cerrajería que conoce Beto y ahí después de un buen rato y algunas dificultades del cerrajero por el tipo de llave, finalmente logra fabricarla, con lo que la preocupación del Arqui, se disipa.
Probando la llave recién fabricada.

Terminamos el día, ya hospedados, con una amena charla con nuestro amable anfitrión, quien se despide de nosotros alrededor de las 23:00.

Belice.

El 23 de julio, inicia con los consabidos preparativos, y un poco después de las 8:00 enfilamos hacia la frontera, no sin antes llenar los tanques de combustible y “engañar” a la lombriz con un café y pan en el sempiterno Oxxo.
Saliendo de Chetumal

Los trámites de ingreso a Belice se inician con la compra del seguro (12 $Bz o 100 $Mx por día), para lo cuál tenemos que mostrar el pasaporte, la tarjeta de circulación y la licencia de motociclista. Nos dan el recibo y la calca y procedemos a la fumigación (5 $Bz o 40 $Mx), para llegar a la aduana, donde nos piden el pasaporte para autorizar el ingreso y nos pasan al módulo de “importación temporal de la moto”, donde sólo hacen anotaciones en el pasaporte y nos instruyen sobre el procedimiento de salida del país.
Ahora, estoy listo para ingresar a Belice y me enfrento a una oficial que revisa con detenimiento mi pasaporte y sus anotaciones, y me dice ... “El número de placa anotado en el pasaporte no coincide con la placa de la moto” y me doy cuenta que cometí un error, tanto en el pago del seguro como en el trámite de importación. Así que regreso a la mesa del trámite de la moto y le explico a un oficial la situación y corrigen el asunto (solamente tacharon el número erróneo y anotaron el correcto, pero falta corregir el seguro, pero implica regresar a la oficina del seguro y me arriesgo a llevar un documento con datos equivocados). Regreso con la oficial de inmigración y me permite el acceso a Belice.
Los comentarios de nuestro amigo de Valladolid, eran: “Las carreteras Beliceñas son angostas, muy abrasivas y no hay señales”, y tan pronto estamos del otro lado, observo que, efectivamente, son angostas, aparentemente, rasposas y veo una señal que advierte que la velocidad máxima es de 55 mph.
Así como lo advierten algunos viajeros internacionales, el panorama cambia bruscamente, se empiezan a ver las casas de estilo “Texas”, con un espacio de aireación bajo el piso, construcciones de madera con techo de dos aguas, imagino un viaje en el tiempo, a los años 60 o 70 de los estados sureños de USA. Con poca gente en los exteriores, supongo que por el calor, la mayoría está dentro de las casas. Hemos recorrido muy pocos kilómetros en Belice, cuando el Arqui se detiene y me pregunta "¿Viste el oso hormiguero en la carretera?" ¿Oso hormiguero? Yo sólo vi un animal muerto, pero no lo vi con detenimiento. Regresamos y ... Efectivamente es un oso hormiguero al que algún auto le pasó encima. Pobre animalito y parece que están en peligro de extinción, cuando menos este ya se extinguió. Tomamos una foto y el conductor de una camioneta me grita algo, casi al mismo tiempo que otro vehículo se detiene a un lado del camino y emprendemos la retirada del lugar.
En peligro de extinción.

Casi a punto de llegar a Belize city, El Arqui me avisa que la persona que nos brindará hospedaje, está cerca de ahí, en un fraccionamiento llamado “Los lagos”, así que entramos y buscamos, pero sin éxito (es el lugar indicado, pero nuestro posible anfitrión no se encuentra), por lo que decidimos llegar a la antigua capital del caribeño país para regresar cuando haya buenas condiciones. Así que enfilamos a Belize city, donde después de una vuelta por la ciudad, nos detenemos para buscar donde rehidratar y restaurar fuerzas.

Vemos un lugar llamado “Calypso fish and Steak Restaurant” y preguntamos a un señor sobre un buen lugar que tenga WiFi y nos responde sin dudar: “El Calypso es el sitio”, por lo que estacionamos las motos e ingresamos al restaurante del Ramada Inn de esta ciudad
En Belize City, frente al Instituto Mexicano.




¡Oh decepción”, por no ser huéspedes del hotel no nos dieron la clave del WiFi, ni modo, no volveremos a este sitio ¡Lo garantizamos! Así que terminamos, nuestros platillos tipo Mc Donalds, y yo de degustar la cerveza nacional beliceña, una agüita de malta llamada Belikin y después de platicarlo, seguimos hacia la capital del país, Belmopan.


"La cerveza de Belice"

El trayecto por la angosta carretera se da sin novedades, y en el tiempo previsto y con mucha luz, llegamos a la capital donde damos algunas vueltas para encontrar hospedaje y lo encontramos en el Hotel del Rey con aire acondicionado, WiFi y un buen lugar para las motos incluidos.


Debido al calor agobiante, vamos a la tiendita local por bebidas y elijo una stout de marca Guinness, que me devuelve la confianza en las cervezas locales ya que disfruto de una bebida con buen carácter, buen aroma, buen cuerpo, con el amargor justo, aunque un poco alcohólica (7.5% Vol).
Buena cerveza Stout.

Guatemala.
Iniciamos el 24 de julio, como siempre alistando nuestras cabalgaduras y enfilando hacia la frontera Benque el viejo (del lado beliceño) o Melchor de Mencos (del lado chapín). Poco que narrar de la travesía hasta la frontera, salvo que algunos kilómetros antes de arribar, nos encontramos con un retén policiaco (el equivalente a la policia federal), y el oficial me detiene y me pide la licencia de manejo, y al terminar de revisarla me pide el seguro de la moto (ooops, espero que no pida muchas explicaciones por los datos equivocados del vehículo), le señalo el tanque donde está la calca y la revisa tan superficialmente que me devuelve la licencia y me franquea el paso (gulp, ¡Que bueno que no se fijó!). Casi de inmediato después de la revisión llegamos al punto fronterizo, donde tenemos que pagar 7.50 $ Bz, para que salga cada moto, y al entrar a Guatemala, otra fumigación, ahora de 12 Q, y los trámites de importación temporal que ordena el SAT guatemalteco, con sus correspondientes 160 Q. Ya estamos en el Petén y la carretera tiene un pequeño tramo de suaves curvas que ya era necesario, porque las llantas ya se estaban aplanando.
¡Por fin ... Tikal!
Cuando vimos el letrero que señalaba el rumbo de Tikal, tuvimos que detenernos para la foto obligada, estábamos a un paso de la meta propuesta. La entrada al parque nacional de Tikal, cuesta 25 Q para los nacionales y 150 Q para los extranjeros, ni modo, a pagar porque tenemos que conocer esta famosa zona arqueológica maya. Después de pagar, tuvimos que recorrer otros 17 km entre la semiobscuridad de la selva y los letreros de “Cuidado con la fauna”, donde las imágenes aluden a venados (que no vimos), coatíes (que abundan), guajolotes polícromos, serpientes, y los que no recuerdo.
El acceso a Tikal.


La llegada a la zona arqueológica, me sorprende, porque hay poca gente, pero acomodamos las motos en el lugar asignado y las descargamos para dejar el equipaje encargado con uno de los pocos vendedores de artesanías del lugar.
La caminata por la zona arqueológica es muy estimulante, tanto desde el punto de vista ecológico como por la extraña sensación de los silencios interrumpidos por la gritería de los monos aulladores y el canto de las chicharras. Los monumentos arqueológicos son impactantes, y el nivel de restauración del sitio tiene un aspecto que me recuerda a la zona de Palenque en los lejanos 80, e insisto, poca gente, comparada con cualquiera de los sitios arqueológicos mexicanos.
Una estela de Tikal


Entrada al Palacio de las Acanaladuras

Patio del Palacio de las Acanaludaras

Templo V

El magnífico Templo I.

Otra del Templo I


El inconfundible arco maya


Fauna de Tikal


Buscando ángulo para la toma.

Tras la huella del zorro.
¿Mole de guajolote?


Después de la extensa caminata, regresamos por nuestro equipaje, pero con un nivel de deshidratación tal que bebo 1.5 litros de jugo de un sólo golpe. Pero, al disponernos a acomodar el equipaje en la moto, tengo un pequeño sobresalto, pues me busco la llave de la gladius y no la encuentro, trato de conservar la calma y después de una búsqueda exhaustiva en el lugar donde se quedó el equipaje aparece en el suelo, seguramente se salió de la maleta cuando acomodé a la llegada. Ahora, estamos empatados en episodios de llave.
Flores.
Ya estaba oscureciendo cuando nos dirigimos hacia Flores, donde planeamos pernoctar y el vendedor de artesanías, nos recomendó el hotel los estudiantes como de confianza y bajo costo, aunque aclaró “no hay estacionamiento para las motos, en Flores no hay hoteles con estacionamiento”. Siguiendo las indicaciones del citado vendedor y rodando en la incipiente noche, llegamos al hotel que resulta agradable y las motos se quedan en la calle, justo enfrente del escritorio de la recepción, desde donde el encargado del hotel nos asegura que las estará cuidando por la noche. Salimos a buscar comida y, nuevamente, el vendedor de Tikal, quién ya nos había localizado en el hotel, nos sugiere y acompaña a alguna de las taquerías locales, donde tenemos la oportunidad de, al mismo tiempo que restauramos fuerzas, hacer una comparación con nuestros tacos y creo que ganamos por mucho.

Flores, Guatemala.

Una pequeña parte del lago Petén. Saliendo de Flores.
Después de un merecido descanso (la caminata por Tikal estuvo muy cansada), empezamos a arregla el equipaje en las motos para el penúltimo día de viaje, ahora la meta es llegar a San Cristóbal de las Casas. A las 8:00 AM ya estamos rodando hacia el puerto fronterizo “El Ceibo”, el paso formal más reciente entre México y Guatemala, al cuál llegamos después de un desayuno en un “pollolandia” de algún pueblo del camino.

¡De regreso en México!
La salida de Guatemala resulta muy sencilla, un oficial nos pide el documento de importación de las motos y otro nos sella el pasaporte, al tiempo que nos dice que el también maneja una moto (yamaha 125) y que el horario de paso es de 8:00 a 17:00 porque del lado mexicano cierran la reja. Ahora estamos listos para ingresar a México, y nos recibe con una fumigada (producto de un acuerdo centroamericano, del que México forma parte) y con el llenado de la forma migratoria de ingreso a país y el posterior sellado del pasaporte. Pero, falta la parte penosa de cualquier ingreso a México, la revisión aduanera, y son dos: la agropecuaria y la del SAT. En ambos casos, el Arqui, pasa sin problemas y yo tengo que bajar todas las maletas para que llegue un perro entrenado en buscar objetos ilegales (comida o drogas) y comprobar que “estoy limpio”. El personal del SAT, busca principalmente, ropa nueva al mayoreo, ya que a este punto fronterizo llega gente a comprar para revender en México, pero sólo encuentran mi bolsa de ropa sucia, por lo que me franquean el paso hacia Tenosique. Todavía queda un retén del ejército y uno policiaco en el camino, pero sólo hacen preguntas y, ahora sí, ya podemos internarnos en nuestro país.
Al pasar por Tenosique, hacemos una escala para hidratación y casi como reto del vendedor de jugos y licuados, acabo por consumir un licuado de más de un litro ¡Más el pilón! Salimos de Tenosique y encontramos otro retén policiaco, el cuál nos orienta para ir rumbo a San Cristóbal y finalmente, acabamos en un entronque muy cerca de Palenque, pero muy lejos de donde debíamos llegar.
La ventaja de equivocarse es que se puede corregir, así que tomamos el rumbo de Ocosingo, previo paso por Palenque y empezamos el ascenso a los altos de Chiapas. Tan pronto se deja el entronque de la fronteriza del sur, empieza el camino sinuoso, un tramo de muchos kilómetros de curvas muy pronunciadas que hacen que la Gladius haga las mayores inclinaciones hasta ahora. Pero, lo placentero es efímero y pasando la entrada a las cascadas de Agua Azul, el tráfico casi cesa y en un poblado hacemos una escala porque me está dando frío y quiero ponerme la chamarra. No bien nos hemos detendio cuando se nos acercan dos jóvenes, aparentemente alcoholizados, que nos dicen que la carretera está bloqueada antes de llegar a Ocosingo y si queremos nos pueden guiar por brechas. Les agradecemos, pero continuamos de inmediato, porque hasta el frío se me quitó, y nos comentamos que era muy sospechoso que nos dijeran tal cosa, por lo que acabamos convencidos que querían atracarnos.
¡Mientras el gobieno no nos resuelva ... !
¡Oh sorpresa! Antes de llegar a Ocosingo, ya con plena oscuridad, en un poblado llamado Temo, encontramos una larga fila de vehículos detenidos y al acercarnos a la causa de tal situacion, encontramos que, efectivamente, la carretera está bloqueada por enormes troncos atravesados en la carretera. ¡Hasta aquí llegamos! Pensé, ahora a regresar hasta Palenque, pero antes de que pudiera comentarlo, el Arqui ya se había bajado de la moto y se dirigía hacia el bloqueo para tratar  de encontrar paso. Regresó después de casi media hora con la buena noticia de que había conseguido paso y la mala de que debíamos pasar empujando las motos. "Yo le ayudo a pasar la suya" ... me dijo, "porque hay una parte muy inclinada y tal vez no se la aguante". Movemos las motos en la oscuridad y, efectivamente, alcancé a ver al Arqui teniendo dificultades para pasar su moto, con el motor encendido, entre los troncos, el follaje (lo que hacía muy resbalosa una cuneta extremadamente pendiente, y los empujones de un grupo de personas que "ayudaban" a cambio de una cooperación obligada. Algunos minutos después se me acercaron varios jóvenes diciéndome "le vamos a pasar la moto" al ver mi desconcierto, me dijeron "ya nos pagó su compañero" y casi al mismo tiempo apareció el Arqui, para decirme, "le ayudo a pasar la moto" Se puso al mando de la Gladius y en la cuneta tuvo que encender el motor para ayudarse, además de la ayuda proporcionada por los jóvenes "pagados".
Aparentemente, podíamos seguir nuestro camino, pero cuál sería nuestra sorpresa cuando algunos metros adelante volvemos a ver la carretera bloqueada por troncos, que eran mayores, y no dejaban resquicio alguno para intentar pasar con las motos.
Nuevamente, el Arqui se puso a negociar con ellos, pero encontró mayor cerrazón y a sus peticiones y argumentos, se hablaban entre ellos en su idioma (que después supimos era Tzeltal), para insistir en que debíamos pagar una cuota para pasar las motos cargando (en un instante curioso, a la réplica "... es que ya no traemos dinero", uno de ellos contestó ... "pues dejas tu chamarra", lo que no auguraba nada bueno). Después de una "larga" negociación, accedimos a que pasaran las motos cargando, ante una buena dosis de nervios, de mi parte por el temor de la integridad de nuestras monturas. Afortunadamente, no hubo nada que lamentar, más que la molestia por el bloqueo y el tiempo perdido. Hubo oportunidad de comentar un poco más adelante, en San Martín Abasolo, donde un amable lugareño, se prestó a preparanos un café para disminuir el cansancio y la tensión de los eventos recién ocurridos (él fue quien nos dijo cual era la lengua de los habitantes de Temo). Así que cerca de las 10:30 P.M. continuamos la rodada hacia San Cristóbal, ahora sí sin contratiempos.
San Cristóbal las Casas.
Llegamos al pueblo de los coletos un poco después de la medianoche, con la certeza de que teníamos hospedaje en el Rossco Hostel, pero sin tener la ubicaición del mismo. Nada que el maps de google no pudiera solucionar, así que después de una pequeña escala en el primer Oxxo que avistamos, ya rodábamos rumbo al Rossco para dar por terminada la jornada.

En el Rossco.
El recibimiento en el Rossco fue muy amigable, al abrir la puerta del hostel, el joven encargado preguntó: ¿Augusto? ... "Sí a tus órdenes", "Avisó Jorge de tu llegada, bienvenidos, ..." En seguida nons ofrece las opciones de hospedaje y hace la aclaración, su primera noche es gratis (por llegar en moto) e incluye un desayuno continental por la mañana.
Muy agradable el ambiente en este pequeño hostel, muy recomendable para visitar San Cristóbal. Gracias al amigo Jorge Hernández por las atenciones y la gentileza.
A punto de dejar el Rossco.

¡Vaya! Casi sin darme cuenta hemos llegado al ultimo día de la rodada, así que después del desayuno, damos una vuelta por la ciudad con Carlos Martínez del club KLR, quien nos deja en la autopista, justo antes de un retén de la PF, el cuál pasamos sin ningún problema.
Carlos Martínez del grupo KLR de San Cristóbal.

Rodamos a buena velocidad por la autopista rumbo a Tuxtla Gutiérrez y en menos de 40 minutos ya estamos buscando las señales rumbo a México, para variar un poco, nos perdemos en alguna calle de Tuxtla, de nuevo acudimos al Maps de Google y antes de lo imaginado avisto una gasolinera y decido recargar para enfrentarme al largo trecho hasta Coatzacoalcos. Inmediatamente después de la gasolinera, el Arqui, se despide de mi porque hará el regreso a Oaxaca por Arriaga y Juchitán.
Hasta la próxima.

¡Los embotellamientos de la llegada! 
Me dirijo a Coatzacoalcos, a velocidad crucero de 125 km/h +/- 10 con ,velocidad máxima de 145 km/h en dos o tres rebases,  y llego sin novedad, lleno el tanque de la Gladius y continuo hacia Cosamaloapan, donde a las 16:55, estoy tomando un café y actualizando mi posición. Estimo que llegaré a Puebla alrededor de las 21:00. Al llegar a Córdoba, hice la última escala, para combustible y me puse la chamarra y pantalón, para enfrentar el cambio de clima y empecé a rodar, tratando de mantener un buen ritmo, pero a la mitad de la subida, apenas pasado el letreo que anuncia la población de Maltrata, encuentro una enorme fila detenida y empiezo a avanzar poco a poco, al poco rato escucho el grave sonido de una Harley y resultan ser dos que avanzan entre los autos detenidos ... "mi moto es más angosta, pienso para mi" y me animo a avanzar entre los autos detenidos, aumentando mis precauciones hasta llegar al incio de la fila, el pavimento de un carril está levantado, hay tractocamiones dtenidos y sólo queda un pequeño resquicio, por donde las Harley avanzan, con mucha ficultad, para quedar a unos 50 m adelante de mi, camión de por medio; pero al recordar lo ocurrido en la ida, decido ser prudente y me quedo a esperar que el tráfico empiece a fluir.
Después de unos 30 minutos empiezan a moverse los camiones y al terminar la subida, ya casi en la caseta de Esperanza, me sorprende la noche, trato de mantener una buena velocidad de crucero (110+/-10 km/h) y entre el pesado tráfico arribo a la segunda fila de la tarde/noche, ocasionada por el pago de peaje de la caseta de Amozoc, me quedo en el lado izquierdo de la fila y ya próximo a llegar al pago, abren una nueva posición de cobro y avanzo hacia ella, pero el autobús de pasajeros (turismo particular) que iba delante decide que el va primero y avienta la lámina para quedar delante de mi, precisamente, de esto hablo cuando digo que voy extremando precauciones.
Después del pago en la caseta de Amozoc, empiezo a moverme con la casi convicción de que ya llegué a la casa; pero, el tráfico de regreso al D.F. De un domingo común me hacen volver a la realidad, porque alcanzó a la tercera fila de autos del día (aunque ya es de noche) y vuelvo a aplicar la técnica de avanzar entre autos (recordemos que está permitida con autos detenidos o moviéndose abajo de 30 km/h). Por supuesto que extremando mis precauciones (no falta el automovilista insensato que trate de bloquearme el paso, pero también hay quien se hace a un lado para permitir el rebase). Esta tercera y última fila es ocasionada por la desviación que CAPUFE obliga por las obras del segundo piso, así que tan pronto salgo del túnel que permite el acceso al periférico, me encuentro en una vialidad tipo D.F. Debido a la gran cantidad de placas que voy viendo de esa entidad.
El viaje en esta parte final se da sin contratiempos, así que a las 22:15, estoy deteniendo la moto, un poco cansado, pero con una enorme alegría por la ruta terminada.
La ruta efectuada.

La distancia recorrida.
La lectura final del odómetro de viaje fue de 3722 km ... ¡Nada mal! para haber tocado dos países vecinos, (Belice y Guatemala), cinco capitales de estado (Villahermosa, Campeche, Mérida, Chetumal y Tuxtla Gutiérrez) y seis estados de nuestra república (Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas).

Agradecimientos:
Al Arqui. Pepe Reyes, por compartir rodada. Tuvimos la fortuna de recibir la invaluable hospitalidad de Violeta, Ceci y Karen en Ciudad del Carmen, cuando gusten tienen su casa en Puebla; a Beto Medina en Chetumal por su tiempo y generosidad; también el generoso apoyo de Jorge Hernández, en el Rossco, un abrazo a donde estés y espero poder devolverte el favor; al nuevo amigo de KLR, Carlos Martínez. Por supuesto, una enorme deuda con quienes vivo el día a día, mi esposa y mis hijos, espero que la próxima rodada, pueda hacerse en familia.
Gracias a quien con enorme paciencia haya llegado hasta esta línea.